Un Oasis
La empresa en la que trabajo, tiene una de sus oficinas principales en el microcentro. Cada vez odio más ir al centro. Si contara las cuadras en un mapita, creo que vivo a unas 30 cuadras, y a pata probablemente me llevaría 40 minutos llegar desde mi casa. En colectivo llegar me lleva como 1 hora. Volver es peor.
Bueno, descubrí una Iglesia hace un tiempo, ahí nomás, en San Martín y Viamonte, en medio del caos del microcentro, en la que uno puede encontrar unos minutos de paz.
Es sorprendente ir ahí al mediodía, y ver la cantidad incesante de gente (traje y corbata, gente de oficina) que va a pasar aunque sea unos minutos a serenar su espíritu y hablar con el Señor. La Iglesia además es hermosa, y tiene al lado un ex claustro que ahora funciona como restaurant creo. Aparte se dedican a poner un montón de actividades al mediodía, que es cuando la gente suele tener su rato de almuerzo y quizás puede aprovechar pasar.
La sensación que me producía y me produce siempre es esa: un oasis en medio del trajín infinito de todos los días. Parar 10 minutos. Pensar, pedir, agradecer, hablar con Dios.
Con estos pensamientos pasé el otro día, de casualidad, y entré. Al salir, veo que te podías llevar una revistita de la parroquia... a qué no saben cómo se llama la revistita... y sí, más apropiado imposible. Oasis.
Bueno, descubrí una Iglesia hace un tiempo, ahí nomás, en San Martín y Viamonte, en medio del caos del microcentro, en la que uno puede encontrar unos minutos de paz.
Es sorprendente ir ahí al mediodía, y ver la cantidad incesante de gente (traje y corbata, gente de oficina) que va a pasar aunque sea unos minutos a serenar su espíritu y hablar con el Señor. La Iglesia además es hermosa, y tiene al lado un ex claustro que ahora funciona como restaurant creo. Aparte se dedican a poner un montón de actividades al mediodía, que es cuando la gente suele tener su rato de almuerzo y quizás puede aprovechar pasar.
La sensación que me producía y me produce siempre es esa: un oasis en medio del trajín infinito de todos los días. Parar 10 minutos. Pensar, pedir, agradecer, hablar con Dios.
Con estos pensamientos pasé el otro día, de casualidad, y entré. Al salir, veo que te podías llevar una revistita de la parroquia... a qué no saben cómo se llama la revistita... y sí, más apropiado imposible. Oasis.
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