No perder de vista
Los hijos son maravillosos. Y a la vez altamente demandantes. Me duele a veces observarme llevado por el cansancio del día a día, perder de vista la realidad del milagro que a cada minuto Dios me pone delante.
A veces nos acostumbramos tanto a lo maravilloso, que perdemos la capacidad de contemplarlo. Todos los días nos rodean milagros increibles, y nos perdemos en lo cotidiano. Perdemos nuestra capacidad de asombro. Maldito acostumbramiento.
Hoy miraba a mi hija, y pensaba: Pensar que yo te vi cuando eras una lucecita en un monitor, y la doctora me dijo: ese es el corazoncito. Pensar que desde aquel día, minuto a minuto el milagro de la vida le ganó al caos de la muerte, y acá estás, hoy, delante de mi, pidiéndome que vaya con vos a jugar a tu cuarto.
Yo somos tan miserables que no podemos ver más allá de nuestras narices, y nos fijamos en el cansancio, en lo que dejamos de hacer para ir a jugar al cuarto, en lo que nos queda terminar del trabajo, o en el partido de fútbol que nos vamos a perder.
Y sin embargo ahí está, delante nuestro, lo más maravilloso del universo, llamándonos, y diciéndonos: no dejes de asombrarte nunca, porque todavía tengo muchísimo para mostrarte.
Como dice el título de este modesto blog, el mundo moderno confunde el misterio, y se olvida de lo maravilloso. Yo no quiero que me pase. Y no dejar que eso pase, es un trabajo de toooodos los días.
A veces nos acostumbramos tanto a lo maravilloso, que perdemos la capacidad de contemplarlo. Todos los días nos rodean milagros increibles, y nos perdemos en lo cotidiano. Perdemos nuestra capacidad de asombro. Maldito acostumbramiento.
Hoy miraba a mi hija, y pensaba: Pensar que yo te vi cuando eras una lucecita en un monitor, y la doctora me dijo: ese es el corazoncito. Pensar que desde aquel día, minuto a minuto el milagro de la vida le ganó al caos de la muerte, y acá estás, hoy, delante de mi, pidiéndome que vaya con vos a jugar a tu cuarto.
Yo somos tan miserables que no podemos ver más allá de nuestras narices, y nos fijamos en el cansancio, en lo que dejamos de hacer para ir a jugar al cuarto, en lo que nos queda terminar del trabajo, o en el partido de fútbol que nos vamos a perder.
Y sin embargo ahí está, delante nuestro, lo más maravilloso del universo, llamándonos, y diciéndonos: no dejes de asombrarte nunca, porque todavía tengo muchísimo para mostrarte.
Como dice el título de este modesto blog, el mundo moderno confunde el misterio, y se olvida de lo maravilloso. Yo no quiero que me pase. Y no dejar que eso pase, es un trabajo de toooodos los días.
Comentarios
Pero hasta ahora me acuesto en la cama.... uh hay ohhh y no estoy haciendo nada son mis quejidos a medida que me acuesto.... vieja? Niiii tengo dos hijas ahora y duermo hecha mierda! pero FELIZ... siempre hay que buscar tiempo para ellos, lo demas... viene y va diria mi vieja!
Besos!